Una foto, una pintura, una escultura, o
cualquier otro tipo de expresión artística, como artista o
diseñador y ejecutor de la obra, o como espectador o usuario que
admira y disfruta de la misma, si bien pueden no ser las mismas
sensaciones y motivaciones, lo cierto es que en ambos al final se
produce algo similar, felicidad.
Desde el artista o diseñador, que
movido por esa inspiración, es capaz de trabajar sin cesar hasta
lograr plasmar esa idea genial, en un despliegue de energía vital,
emociones y talento, entregando el fruto de su esfuerzo a los demás,
para su disfrute y regocijo. Hasta el espectador o usuario que
admira, disfruta y se conmueve con lo que ve y siente, haciendo honor
y dando tributo al esforzado artista.
Se entabla así un diálogo no verbal,
en el que lo transmitido hacia un lado y hacia el otro, genera
felicidad, algo en lo que todos tenemos para aportar desde lo más
profundo de nuestro ser, pues somos artesanos de nuestra vida y de la
felicidad.
La foto fue sacada en una de las casas antiguas de Noia. Se trata de la casa de los Magariños, construida en 1920, donde se pueden apreciar los detalles que aparecen en los cristales de las puertas interiores. Realmente maravilloso el trabajo.
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