Cuarta anotación de bitácora:
Continuando la navegación oceánica,
no todos los días fueron soleados, de alegría y felicidad en
cubierta. Hubo algunos días de temporal, donde el barco se movía
mucho, tengo recuerdos tanto del desayuno como del almuerzo, en donde
a cada bandazo de la nave, los platos y demás cosas que estaban
sobre las mesas, terminaban desparramadas por el piso del comedor.
Al no poder salir a cubierta, pasábamos
más tiempo en el comedor y otros salones comunes del barco, y en
nuestro camarote. Independientemente de ello, no había manera de
sujetarme, igualmente me las ingeniaba para escabullirme del control
de mis padres, y hacer mis excursiones en solitario por dentro del
vapor.
Una mañana después del desayuno, en
uno de aquellos días donde arreciaba el temporal, tengo un claro
recuerdo de ir transitando con dificultad, por uno de los solitarios
corredores de la zona donde se encontraban los camarotes de primera
clase, en el lado de babor. Los bandazos eran muy violentos y yo iba
avanzando en un zig-zag interminable, de pared a pared.
En algunos momentos la inclinación
lateral del barco era tal, que los golpes contra las paredes eran
realmente fuertes. Uno de aquellos golpes, finalmente coincidió con
la puerta de un camarote, que se abrió violentamente, con la
consecuencia que mi menudo cuerpo terminó dentro de un camarote de
primera clase.
Que susto se pegaron aquellas dos
mujeres en bata, la violenta e inesperada apertura de su puerta y el
cuerpo de un niño de cinco años desparramado por el piso de su
habitación, generaron un griterío histérico y un sobresalto, que
luego se transformó en asombro, ternura y alegría. Me ayudaron a
levantarme, comprobaron que me encontraba en buenas condiciones, me
convidaron con golosinas y luego llamaron a un tripulante para que se
hiciera cargo. Inolvidable!!!!!!
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