A finales del año 1982, mientras se
procesaba el final de la dictadura militar en Uruguay, explotó un
problema acumulado en los años anteriores y que afectaba también a
otros países del cono sur de américa latina. Uruguay actuó más
tarde que los demás y el sistema cambiario se hizo añicos, así
como la gran mayoría del tejido productivo, y las economías
familiares.
Recuerdo al ministro de economía de la
época, saliendo por tv unos días antes del suceso, indicando con
vistosas gráficas que todo estaba bajo control. Recuerdo también a
personas, que al verse superadas por la coyuntura, tomaron decisiones
drásticas, complicando aún más las situaciones de sus familias.
Me acuerdo especialmente de muchas más
personas, que a pesar de haber perdido todo, o haber quedado en una
situación aún más deficitaria, asumió el golpe, se levantó y
continuó luchando, buscando un nuevo rumbo para salir. Gente que
hizo de tripas corazón, que intentó olvidar lo sucedido, para vivir
el día a día, buscando lo mejor para ellos y su familia,
intentando ser felices.
Fui testigo directo de tal situación,
compartí las vivencias y participe en la lucha de mi viejo, sus
socios y colaboradores, para sacar al laboratorio de aquel caótico
infierno. Fue un duro trabajo, pasando momentos sumamente ingratos y
difíciles, aprendimos a compartir, a funcionar en equipo, dando una
mano donde era necesario hacerlo, sin pensar en escalafones ni
tonterías de esas.
La felicidad de ver a toda esa gente
trabajando unida, poniendo cada uno todo lo que era posible dar en
ese momento, me marcó, me llevó a transitar ese camino de esfuerzo,
de trabajo constante para ser feliz, con independencia de lo
material, pues como se habrán dado cuenta, nunca mejor dicho aquello
de que “....la plata va y viene...”
La foto, es en Catoira.
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