Cuando descubrimos un sitio, un lugar,
un paisaje que nos emociona, que nos hace sentirnos en paz y armonía
con nosotros mismos, con la tierra en que vivimos y su grandiosidad.
Cuando perdemos la noción del tiempo, nuestra mente se pone en
blanco, disfrutamos de poder respirar a pulmón lleno, sentimos el
viento y los demás elementos en la cara, apreciamos lo que nos rodea
como nunca, y nos sentimos parte de ese entorno. Eso es felicidad.
Es el jardín de nuestra casa en Margat, en ese lugar ya hace mucho tiempo, sané mi alma, me olvidé de lo superfluo, abracé lo importante, volví a tomar conciencia de mi vida, llené mis pulmones de aire puro, mi cuerpo de coraje y energía, mi corazón de amor, para llegar a donde hoy estoy, feliz, con el amor de mi vida.
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