Después de comer por Vigo, fuimos a cumplir la promesa de Rosa a San Judas, el santo del que es devota y seguimos desde allí nuestro camino. La tarde se mostraba poco propicia, con chubascos esporádicos que no nos hicieron perder de vista lo más importante, generar alegría, ilusión, buena onda, optimismo y felicidad en cada momento del fin de semana, en cada paseo al aire libre por esa magnífica ciudad.
Ahora, ya en casa luego de hacer una parada en el camino para reponer combustible, nos encontramos con un panorama similar, aunque con la alegría contagiosa de nuestro Chicho, que siempre nos recibe así. En cada uno de esos momentos, vamos disfrutando de todo aquello que la vida nos va dejando en el trayecto.
De momento vamos a reinstalarnos en nuestro sofá por unos instantes, estamos cansados y necesitamos algo de relax antes de continuar con nuestras actividades casa.
Les mando un abrazo!!!!!!
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