Por la mañana, después de hacer un par de cosas por Noia, con mi hermana Carmen, nos fuimos hasta el Porto do Son, el pueblo en donde nació nuestro papá, allí se crió entre esas callejuelas, recorriendo todos los rincones del pueblo junto a sus amigos hasta que a los 11 años y por fuerza mayor, debió comenzar a trabajar, algo que lo llevó en una primera etapa hasta Cadiz, donde se desempeño a esa tierna edad como marinero en un barco de pesca.
Cuantas historia, cuantas anécdotas nos contaba él en las sobremesas de los fines de semana en nuestra casa de Montevideo, eran momentos de prestar mucha atención, de emociones constantes, de alguna lágrima y siempre se surgían la alegría, la ilusión, la buena onda, el optimismo y la felicidad.
Eran momentos en los que tomábamos conciencia de muchas cosas, en especial de la importancia del esfuerzo, de la perseverancia, de las ganas, de la actitud positiva y de la inteligencia emocional puestas al servicio de atender las necesidades básicas. De ser fiel a la familia y a los amigos, de ayudarse entre hermanos, de nunca claudicar, luchando por lo que uno quiere hasta que las fuerzas nos acompañen.
Y así vamos yendo, aprovechando el día, disfrutando de todas aquellas enseñanzas, de aquel ejemplo, de todo lo que la vida nos fue dejando a lo largo del trayecto y siempre extrañando aquellas sobremesas de los fines de semana.
Gracias por estar ahí!!!!
Les mando un abrazo!!!!
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